Llega la primavera y con ella los nuevos miembros de la familia, aún son muy pequeños para estar caminando alegremente en el campo, y más con la que está cayendo estos días.
Las mamás ibéricas puras no son las cochinas con el premio a la mejor madre, de todas las razas de cerdo de la industria, son las que menos cochinos consiguen llevar al final del periodo de lactancia. Aproximadamente seis cochinos por madre, lo cual es también un trabajo digno de admiración si lo piensas.
En sus primeros días, ellos aprenderán a caminar y elegirán su teta correspondiente; esa que no cambiarán durante los siguientes dos meses. Así, justo después de nacer tendrán que tomar decisiones arriesgadas, sopesar calidad y lanzarse al vacío sin saber si quiera que lo están haciendo. Si eligen las más cercanas a las patas traseras tendrán menos posibilidades de ser los fuertes del equipo de hermanos.
Son curiosos y juguetones, cuando el primero acaba de mamar; satisfecho se lanza a tumbarse encima del resto, esperando que alguno de sus compañeros se "pique" y entre al juego. Hasta las tres semanas su piel no es suficientemente fuerte para aguantar todo el horario en el exterior, y hasta ese momento son de color rosa.... Cuando el sol empieza a transformar sus pigmentos, no volverán al rosa inicial, y el color oscuro que da fama a su raza será para siempre el del animal.
En fin... esta es la realidad de estos días en casa, cuando entras en el horario que las madres salen al campo, para relajarse y comer, para disfrutar de la hierba que viste de verde la dehesa; encuentras esto.... Una manada de hermanos tumbados unos encima de otros, sobre la placa de calefacción.... Satisfechos descansan, hasta que te oyen y se levantan alborotados..... ¿Quién eres tú? ¿Por qué eres tan feo?
Se debaten entre el miedo y la curiosidad, pero si te quedas quieto y los miras; gana el gen del descubrimiento, y vendrán todos a olisquearte sin pudor.
0 comentarios:
Publicar un comentario