Entre todos trabajamos para que los sistemas biológicos se mantengan diversos, y sean productivos con el transcurso del tiempo. Este sistema de aprovechamiento agrario no constituye un trabajo fácil.
Cuando hablamos del entorno, la dehesa, siempre recibimos el concepto del cerdo ibérico; por su equilibrio como especie con los recursos que la dehesa ofrece (las bellotas de las encinas y alcornoques, y su actuación simbiótica con la calidad del suelo). Los recursos geobotánicos del ecosistema son excepcionales. Los animales, por su parte, funcionan como un "vector de fertilidad", aunque sus preferencias son diferentes según el mes del año, transitan en las zonas bajas, donde se alimentan, y las altas dónde establecen sus querencias.Así, mediante sus deyecciones transfieren la materia y energía de un lugar a otro (Fernandez, 1998)
La vegetación constituye un factor natural de influencia decisiva en el equilibrio ecológico de la dehesa. Depende en parte de las precipitaciones, que son aleatorias y fluctuantes (más aún en los últimos años). Pero en sus diferentes estratos actúa reduciendo la erosión, protege el suelo de la insolación excesiva, favorece la filtración, provee al suelo de materia orgánica, nitrógeno, fósforo y potasio, y además supone un plus necesario para la alimentación del ganado.
Así, el manejo debe suponer un recurso por debajo del límite de renovación del mismo ecosistema.Es por ello que nuestros cultivos son pequeños y rotativos, nuestra producción es muy limitada y los animales cuentan con una gran superficie, el ciclo siempre es el mismo, y valorar y cuidar su equilibrio es imprescindible. Nos esforzamos porque cada día la tierra mejore sus propiedades, y haga mejorar las nuestras.
Además al hablar de desarrollo sostenible, también hablamos de los valores y principios éticos relacionados; creyendo en una perspectiva crítica sobre nuestros derechos
"La Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos"
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